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MINISTERIO CATOLICO MISIONERO DE EVANGELIZACION
La lectura personal, diaria, del Evangelio, nos ayuda a conocer mejor a Jesús,
a adentrarnos en su vida, a conocer mejor nuestra propia vida,
y preguntarnos qué es lo que Dios espera de nosotros.
Leer personalmente el Evangelio debe ser una obligación de todo cristiano.
Una obligación de las que hago no porque me lo mandan,
sino porque con ella me mantengo creciendo espiritualmente
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MES DEDICADO A LA DEVOCION
DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS
Valor del mes:
COMUNION
Lema del mes:
“Somos un solo cuerpo porque participamos
de un mismo pan'' (1 Corintios 10,17)
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A DONDE MANDES IREMOS . . .
LO QUE NOS PIDAS...HAREMOS
MINISTERIO CATÓLICO MISIONERO DE EVANGELIZACIÓN
A A DONDE MANDES...IREMOS
SOS-SOPLO DE SANTIDAD
LO QUE NOS PIDAS HAREMOS
SOS-SOPLO DE SANTIDAD
BREVE HISTORIA DE LA DEVOCION
El 27 de diciembre de 1673, día de san Juan Apóstol,
Margarita María de Alacoque,
quien tenía sólo 14 meses de profesa y 26 años de edad,
estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor
en el Santísimo Sacramento, expuesto en la capilla
del convento de La Visitación.
Era el momento de la primera gran revelación del Señor
a la futura santa.
“Mi Divino Corazón –le dijo el Señor a Margarita María–
está tan apasionado de Amor a los hombres, en particular
hacia ti, que, no pudiendo contener en él las llamas
de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti
y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones
que te estoy descubriendo,los cuales contienen las gracias santificantes y saludables necesarias para separarles del abismo de perdición.
Te he elegido como un abismo de indignidad y de ignorancia, a fin de que seas
todo obra mía”. Desde ese instante y hasta nuestros días –en que va creciendo–
la devoción al Sagrado Corazón de Jesús no ha dejado de ganar adeptos, gente común
y sencillísima, gente encumbrada y de graves responsabilidades, todos quieren seguir
la indicación de la jaculatoria que reza así:
“Jesús, manso y humilde de Corazón, haz mi corazón semejante al tuyo”.
Se trata de una semejanza. No de una igualdad. El filósofo católico Dietrich von
Hildebrand señala que a esta oración “se aplica todo lo que sabemos sobre el sentido
de la imitación de Cristo”. Y más adelante indica que “la transformación en Cristo
que implica esta imitación consiste en hacernos santos”. Es el ethos cristiano;
la forma de ser que Dios quiere de nosotros y que santa Margarita María lo dejó dicho
de esta manera: “Como el amor hace uno a los amantes, si quieres ser amado de Jesús
has de ser manso como Él, y humilde como Él.”
No fue hasta el 11 de junio de 1899, dentro del mes dedicado
al Sagrado Corazón, cuando un Papa,
en este caso el Papa León XIII, consagró
la humanidad al Sagrado Corazón de Jesús.
Unos días antes, el 25 de mayo del mismo año, había publicado
la encíclica Annum Sacrum (refiriéndose al Año Santo de 1900). En ella escribió: “El Corazón divino es símbolo e imagen viva
del infinito amor de Jesucristo, que nos impulsa a pagarle
también con amor”. La idea de consagrar el mundo y toda
la humanidad al Corazón de Jesús surgió 25 años antes,
con motivo de las conmemoraciones en el segundo centenario
de la canonización de santa Margarita María de Alacoque.
En aquel entonces, siendo Papa Pío IX, miles de personas
de toda clase y condición, incluidos obispos, solicitaban al Papa,
incesantemente, realizar una consagración de la humanidad al Sagrado Corazón.
León XIII lo hizo.
Y llegó a considerar éste como el acto más importante de su largo pontificado.
Su argumentación es sublime: “Puesto que el Sagrado Corazón es el símbolo y la imagen sensible de la caridad infinita de Jesucristo, caridad que nos impulsa a amarnos
los unos a los otros, es natural que nos consagremos a este corazón tan santo.
Obrar así es darse y unirse a Jesucristo, pues los homenajes, señales de sumisión
y de piedad que uno ofrece al divino Corazón, son referidos realmente y en propiedad
a Cristo en persona”. Cien años después, san Juan Pablo II, recordando la Consagración
de León XIII, y renovándola, escribió:
“La contemplación del Corazón de Jesús en la Eucaristía estimulará al creyente
a buscar en ese Corazón el misterio inagotable del sacerdocio de Cristo y de la Iglesia.
Le permitirá saborear, en comunión con sus hermanos y hermanas, la dulzura espiritual
de la fuente de la caridad. El ayudar a todos a redescubrir su propio Bautismo le hará
más consciente de tener que vivir su dimensión apostólica al difundir amor y participar
en la misión de evangelizar”.
De eso trata este devocionario: de que cada uno, a través de la meditación, la oración,
la reflexión y la alabanza, nos unamos a la gran tarea de la Iglesia, a la enorme tarea
que nos dejó como obligación nuestro Señor: ir y predicar desde los tejados.
¿Predicar qué? El amor del que es puramente Amor. El amor de quien subió a la cruz
para fundar nuestra esperanza. Por eso santa Margarita María nos dejó esta idea
inspirada en el amor del Corazón de Jesús:
“La cruz es en este mundo el patrimonio de los escogidos”.
He aquí las promesas que hizo Jesús a Santa Margarita,
y por medio de ella a todos los devotos de su Sagrado Corazón:
1. Les daré todas las gracias necesarias a su estado.
2. Pondré paz en sus familias.
9. Les consolaré en sus penas.
4. Seré su refugio seguro durante la vida, y, sobre todo, en la hora de la muerte.
5. Derramaré abundantes bendiciones sobre todas sus empresas.
6. Bendeciré las casas en que la imagen de mi Corazón sea expuesta y venerada.
7. Los pecadores hallarán en mi Corazón la fuente, el Océano infinito de la misericordia.
8. Las almas tibias se volverán fervorosas.
9. Las almas fervorosas se elevarán a gran perfección.
10. Daré a los sacerdotes el talento de mover los corazones más empedernidos.
11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, y jamás será borrado de El.
12. Les prometo en el exceso de mi misericordia, que mi amor todopoderoso concederá
a todos aquellos que comulgaren por nueve primeros viernes consecutivos,
la gracia de la perseverancia final; no morirán sin mi gracia, ni sin la recepción
de los santos sacramentos. Mi Corazón será su seguro refugio
en aquel momento supremo.
Las condiciones para ganar esta gracia son tres:
1. Recibir la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes de mes
de forma consecutiva y sin ninguna interrupción.
2. Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar
la perseverancia final.
3. Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas
cometidas contra el Santísimo Sacramento.
oraciones para los nueve primeros viernes de mes